Volví de jugar al fútbol (un hermoso partido, muy intenso), y dije una mentirosa frase: "¡No hay nada en la heladera!".
Pero vi que había queso cremoso sin sal, un poco de una salsa de tomates naturales (sin cebolla) que había hecho hace unos días, y las nunca bien ponderadas galletas de arroz (las detesto).
Tomé dos de ellas, les puse una fina capa de salsa y un podazo de queso a cada una. Las metí unos minutos en el hornito eléctrico, y tuve mi preciada cena.
La imaginación mata el hambre.
Tip de color: cambia muchísimo el sabor de las galletas de arroz pasadas unos minutos por el horno.