Con la espalda de la izquierda recuerdo sentir dolor tan solo al estar parado erguido mucho tiempo.
Con la espalda de la derecha he conseguido mover cargas que jamás siquiera imagine ser capaz de aguantar y sentirme más sano que nunca.
Si bien el trabajo estético no es mi foco, durante los últimos 4 años en que me he dedicado al trabajo de fuerza, no solo ha mejorado mi calidad de vida tremendamente sino que además he encontrado la oportunidad de luchar por descubrir hasta dónde llegan mis límites.
Más allá de los "músculos" y la vida "fitness", me siento agradecido de sentir la pasión que vivo al entrenar, luchar por superarme y ser mi propia competencia, algo que jamás se me paso por la cabeza en mis días de absoluto sedentarismo.
